Los Diccionarios Oxford escogieron en 2013 la palabra selfie
como la palabra del año en inglés.
El término se empezó a utilizar en el año 2002 en un foro australiano y su expansión ha sido muy rápida por las redes sociales.
Lo importante es que tú salgas en la foto, da igual lo que esté detrás y la puedas subir a un lugar donde los demás te vean. Es por un lado tenemos exhibicionismo y egocentrismo y por otro, mostrar un momento bonito, divertido o feliz. Con los selfies te sientes el protagonista del momento pero cuidado porque ser el centro puede llegar a un nivel patológico.
Se ha apuntado a la moda el Papa Francisco pero uno de los más famosos fue el de los Oscar:
Los selfies llegan a tener repercusiones más allá de una simple moda:
Han aumentado hasta un 15% las operaciones de nariz. Hay que enseñar a los alumnos y alumnas que las fotografías, a veces, pueden llegar a distorsinar la realidad y ese tipo de enfoque no favorece mucho. Hay que reforzar la autoestima y la autoconfianza y enseñar a que se acepten tal y como son.
Al margen de saber gestionar lo que esto supone están los que arriesgan su vida e incluso la pierden por hacer una foto. Ha habido varios casos ya. Desde la joven polaca que murió al caer un puente en Sevilla hasta el matromino que se cayó por un acantilado en Sintra.
El protagonismo no puede hacer perder la constancia del peligro y el aparentar que tenemos una vida cultural y social muy activa. En ambos casos se evidencia un problema de fondo que habría que solventar.
El 42% de los menores de 15 años declara hacerse varios selfies
al día. La cifra es como para plantearse algún tipo de intervención en clase y conseguir paliar algunos de los problemas de fondo y que éstos no vayan a mayores.
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