La muerte de alguien cercano es un episodio traumático relativamente habitual que ha de asimilarse de manera correcta para no derivar en alguna patología.
Ya son bastante conocidas las fases establecidas por Elisabeth Kübler-Rossen, por las que se pasa cuando se recibe la terrible noticia de una muerte próxima pero no todos pasamos por ellas en el mismo orden ni de la misma manera y tampoco se pasan todas exactamente:
Es gracioso ver como hay personas que cuando hablan contigo las tienen de referencia y te hablan de ello como un rígido proceso lineal que nada tiene que ver con la realidad individual de cada sujeto. Hay personas que van directamente a la fase de depresión y no son capaces de expresar ira o negociación. Así que, vamos a respetar las particularidades de cada uno.
Haciendo memoria y porque ahora me hacen falta estos consejos, voy a repasar qué se puede hacer en estos momentos para no crear un duelo patológico:
Actividades y personas: quedarse en casa no es bueno, hay que salir. Estar con la gente que te quiere, te apoya y te conoce pero no solo eso, también con las nuevas personas que acabas de conocer en un curso de cerámica, por ejemplo. Estar todo el día sin hacer nada no es la mejor manera. Hay que buscar actividades y no dejar de trabajar, si se está en activo. A veces estar con amigos o familiares muy cercanos solo hace que se dé vueltas sobre las mismas cosas. En ocasiones ayuda, pero en otras no lo hace demasiado porque no se sale del bucle. Hay que hablar de lo que ha pasado, sí, pero no solo de eso todos lo días, con toda la gente y a todas horas. Por eso a veces beneficia tener nuevas personas en un grupo distinto en una actividad que te gusta. Y no es necesario contar lo que te ha pasado, así no te lo estarán recordando constantemente.
Y ya que se sale a hacer cosas, también a hacer deporte. En estos momentos hay que cuidarse porque ya que no se está bien anímicamente, al menos que las fuerzas no te falten. Sentirse bien físicamente ayuda enormemente y para ello tienes que cuidar también lo que se come.
Hay que aceptar todo lo que venga. Los sentimientos que te invaden en estos momentos pueden ser muy variados desde la depresión hasta el enfado con la persona que ha muerto por haberte abandonado, pasando por la ira, la culpa o el miedo al quedarse solo. Todos son admisibles, solo hay que estar preparado para lo que venga y aceptar cada sentimiento dándole la importancia que se merece.
En los momentos clave vendría bien recordar los buenos momentos. Una enfermedad muy larga puede conllevar muy malos recuerdos porque has ido viendo el deterioro progresivo. Es bueno volver a esa imagen que se tiene de la persona que fue antes. Se pueden repasar fotografías, viajes, momentos divertidos... y si la muerte ha sido repentina, también es un buen ejercicio porque en los primeros momentos prima el shock en que nos deja sumidos la noticia. Sea cual sea la forma, lo mejor es rememorar lo vivido.
Recuerdo que una profesora, cuyo marido murió en un accidente de moto se hizo cargo de sus alumnos online. Cuando llamó para comunicar el hecho, se ofreció para ser ella la tutora para continuar con la labor que él estaba haciendo de formación. A veces es muy bueno eso, seguir con algo que la persona que se ha ido estuviese haciendo. Es una manera de continuar con su memoria
Y si esto no funciona, hay que ir al psicólogx para que ayude a elaborar lo que se está tornando en patológico. Te proporciona herramientas para afrontar el duelo y a reinterpresar pensamientos y emociones y a superar las fechas clave como cumpleaños, aniversario y Navidades.
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