No es una adiós, es una hasta luego.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Primer día de clase: efectos psicológicos

Nos vamos a poner en lo peor, las cosas no son tan terribles, pero al margen de otros trastornos, puede haber alumnado con características de personas altamente sensibles y eso puede afectar mucho los primeros días de clase. 

Aquí va lo peor que podría pasar, luego todo es graduable, además la mayoría no tiene estas consecuencias pero puede que alguno de los niños o niñas no sea capaz de adaptarse y acabe con un trastorno adaptativo, pero ya sabemos que se da en muy pocos casos.

La situación de escolarización y las condiciones que son propias de la privación de la libertad que tenían en casa con sus padres, con los abuelos, los tíos, con algún cuidador o cuidadora, etc provocan una serie de reacciones psicológicas en cadena generadas por la tensión emocional permanente.

El colegio, como institución, como ámbito cerrado en sí mismo, exige de las personas un esfuerzo adaptativo constante.

Ansiedad

Se incrementa significativamente, provocando un estado anímico que se revela en una elevada tensión emocional.
 
Es más intensa si se trata del primer día y del primer curso y de alumnado que no ha ido a la guardería y no está acostumbrado desde muy pequeños. La ansiedad es inversamente proporcional al nivel de conocimiento del medio: un buen conocimiento rebaja la tensión emocional y una gran inexperiencia la eleva significativamente.


El nivel de ansiedad del primer día se va aliviando progresivamente a medida que va conociendo el centro y se va adaptando a sus normas. No obstante, aunque supera la ansiedad reactiva (la del primer día), puede no verse liberado de ella del todo por la propia situación, por ejemplo si no hace amigos o amigas, si estuvo con uno de los progenitores en casa los años anteriores, si tiene algún conflicto con los compañeros y compañeras... 
 
Las circunstancias y acontecimientos que viva elevarán o reducirán ese nivel de ansiedad.
 
Alteraciones psicopatológicas
 
Síndrome de separación: se dará si ha estado solo en casa con papá o mamá o alguno de los familiares o un cuidador o cuidadora que lo ha tenido a "cuerpo de rey" y no ha ido antes a la guardería, ni ha estado con varias personas distintas, ni ha interactuado con más niños o niñas en patios, parques, en la urbanización, con primos y primas...


 Depresión: aunque yo prefiero llamarlo tristeza o nostalgia por la vida que llevaba, ya que estamos hablando de unos días y si se hace crónico y tiene las características para diagnósticarlo así, podremos decir, más adelante que es depresión. Mientras tanto será echar de menos.

Alteraciones de la afectividad
 
Sensación de desamparo, produciéndose una sobre-demanda afectiva cuando sale, aunque a veces evolucionada en  desconfianza e indiferencia progresivas hacia esas personas que me han dejado aquí abandonado/a tantas horas al día. 


Autoestima
 
Pasan de ser "lo más bonito de la casa", muy valorado y querido en la familia, consentido, con todos los juguetes y regalos a estar en un aula con un montón de niños y niñas con las que hay que convivir y compartir y dependiendo de cómo se establezcan esas relaciones, eso puede afectar a la autoestima. 

El proceso de maduración personal supone un esfuerzo constante en la búsqueda de una identidad propia y, lo que es más importante, en sentirse íntimamente satisfecho con ella: de este proceso y su resolución más o menos positiva depende el nivel de autoestima.
 
Se puede sufrir un proceso de etiquetado, por el profesorado, por los compañeros y compañeras y eso unido a que la atención ha disminuido, no es el centro y además le llaman de una determinada manera, eso hace estragos en una autoestima que se está gestando.

Despersonalización

 
Hay una pérdida de la propia individualidad, o al menos, la posibilidad de que esa despersonalización se produzca como consecuencia de las circunstancias ambientales a las que se está expuesto. Pasan de ser el centro de atención a que haya muchos más niños y niñas. Nadie es el centro o nadie debería serlo. Esas circunstancias trasmiten la consideración de ser uno más del colectivo.


 En un patio las personas se difuminan y su percepción grupal impide la individualización. Alguno o alguna podrá buscar constantemente su diferenciación dentro de ese colectivo, una distinción del “resto”, lo que dará lugar a un alumno o alumna conflictivo/a.



No hay comentarios:

Publicar un comentario